viernes, 18 de enero de 2008

Simancas. Pingüinos 2008


Hoy tenemos que alejarnos de los temas que habitualmente se tratan en el blog, para adentrarnos en otro con un espíritu crítico y de denuncia.

Hace hoy exactamente una semana que comenzaron a llegar a Simancas (Valladolid) los primeros “pingüinos” que todos los años vienen celebrando su concentración invernal de motos en tierras castellanas. Este 2008 fue el primero en el que acudieron a la localidad de Simancas, a escasos 6 kilómetros de la capital. Este pueblo sencillo y pequeño, a la par que tranquilo, disfruta de un precioso casco histórico, destacado por poseer un estupendo Archivo del siglo XVI y de unos entornos naturales envidiables, que están poblados de inmensos pinares de alto valor ecológico.

En tres días de concentración motera, el paisaje ha cambiado radicalmente y no para mejor: toneladas de basuras esparcidas por calles y pinares, hogueras realizadas en pleno suelo arbolado, ruido durante todo el día y toda la noche, emisiones de vehículos ininterrumpidas, atascos en el núcleo urbano y colapso de la A-62, excrementos humanos repartidos por los lugares más insospechados… La lista puede llegar a ser mucho más amplia.

¿Falta de organización? ¿Incivismo de los asistentes? Desde mi punto de vista es una mezcla de las dos cosas. A la falta de accesos en condiciones hacia el recinto de los moteros y las precarias instalaciones, hay que unir la actitud despótica y prepotente de muchos de los participantes, que se ha podido leer en periódicos locales. Ante las protestas de residentes de Simancas que se han quejado, no sin razón, de la imposibilidad para acceder a sus domicilios o de no poder conciliar el sueño, muchos moteros contestaban a esto con perlas como: “Pues cógete las vacaciones en estos días”, “Eres un facha por quejarte” o “Aprende a respetar mis aficiones”. Respeto, sí, esa palabra tan bonita usada muchas veces a la par que la de tolerancia. Pero que parece que pierde su esencia, porque el respeto debe ser mutuo y no de tipo unidireccional.

Por otro lado, parece que estamos en un país con una moral prostituida, donde se actúa con doble rasero. Normalmente, ya no lo sé, los adelantamientos en carretera por la derecha están prohibidos, así como aquellos que se realizan con doble raya continua. También las señales de dirección prohibida suelen tener un significado claro en el código de la circulación. Las prohibiciones de acceso de vehículos a motor en un pinar se suelen respetar habitualmente, así como la no permisividad a encender fuegos en los mismos. Tampoco parece estar permitido arrojar basura a la vía pública o hacer las necesidades en la misma.
Pero cuando las autoridades hacen “la vista gorda”, los ciudadanos hacen lo que les sale de los pies, aún a costa de los residentes, que pagan la fiesta (literalmente) de cuatro gatos y se comen las molestias y toda la mierda generada en tan sólo tres días.

Entre los días 11 y 13 de Enero, caminar por Simancas o intentar acceder a la localidad era un acto de fe y valentía. Atravesar calles por los pasos de peatones, darse un paseo, conciliar el sueño o intentar llegar a casa eran misiones casi imposibles. Pero hay que respetar que unos señores se quieran divertir y todo el que no haga así es un facha, retrógrado y amargado.

No puedo cerrar estas líneas sin dar su ración correspondiente a las diferentes Administraciones: locales, provinciales y autonómicas. Su preocupación por el evento ha sido tal que sólo han discutido el problema de los accesos una semana antes de que éste comenzase. Se han cegado al pensar en la cantidad ¿inmensa? de euros que supondría una concentración como esta en Simancas, tan cercana a Valladolid, y se han olvidado –tal vez les importaba una mierda- la seguridad, comodidad e higiene de los asistentes y de los vecinos. Si hubiera que poner adjetivos a la actitud de estas administraciones públicas podrían ser del tipo: vergonzosa, irresponsable, irrespetuosa, incongruente. Todo ello salpicado con una buena dosis de incompetencia y pasotismo.

En 2009 nos volveremos a ver con la mierda al cuello otra vez. Mientras tanto dejo por aquí algunas fotografías tomadas una semana después del evento en el pinar que dejan, aún hoy, un panorama lamentable, a pesar de que las toneladas de basura ya se encuentran más “ordenadas”. El camino hasta llegar hasta allí, a través del casco urbano y de una vieja carretera comarcal, cómo no, también estaba salpicado de latas, botellas, plásticos y demás desperdicios sólidos y no tan sólidos.





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